Andábame yo sin saberlo
y sin querer (o quizá sí)
por entre los fueros del
Misterio
y queríame llegar a lo
último
que sin entenderlo había
arribádome:
yo a él y él a mí...
Interrogaciones o más bien
interpelaciones.
“Mira, no sé... qué quieres
que te diga”,
le decía.
“Tranquilo... Espera, ya
verás...”,
me susurraba.
Y yo aguardaba sin saber qué
vendría a mis manos (o a mis
pies).
Y con paciencia creadora,
que a su vez me venía
íbame entendiendo en el otro
que se hacía o convertía en
mismo Misterio... de Verdad.
N.H.
(Para ver este poema diseñado por mi amiga Brisa, hacer clic aquí.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario