Presento aquí varios perfiles psicológicos o bien momentos de una misma psicología, a modo de "clichés" (a medio camino entre lo humorístico, lo ensayístico, lo psicológico y lo reflexivo).

¿Seré yo un poco de todo esto;
o un poco de esto y un poco de aquello;
o tal vez sea solo uno de estos caracteres
pero pueda caer en el resto de ellos,
si no me voy autoconociendo y
autocorrigiendo para no perderme?
Don Afeitado: trata los temas y las cosas y a las personas como trata su barbilla al afeitarse: pasa por encima quitando lo que sobresale, pero la raíz siempre queda debajo, a la que nunca consigue -ni pretende- llegar.

Don Bostezo: cualquier cosa le produce hambre, sueño o aburrimiento (las tres causas del bostezo), pasando de manera intermitente -y sin aparente concierto- de un estado a otro, sin por ello comprometerse verdaderamente con algo; no llega a ser el eterno dormilón, pero poco le falta.
Don Camaleón: estar en su presencia resulta agradable en los primeros momentos, dada su gran adaptabilidad a todo tipo de situaciones, caracteres y posturas; siempre busca agradar a todo el que lo rodea, cueste lo que cueste, incluso si ha de sacrificar su propia personalidad, adaptándose a la forma de hablar y de comportarse de aquellos con los que se encuentra en cualquier momento; su mimetismo es tan perfecto que nunca se llega a saber de verdad cómo es o quién es o qué desea realmente en cada momento; es decir, su individualidad desaparece en la colectividad en aras de pasar desapercibido o bien no ser interrogado o bien dar salida a la imperiosa necesidad de agradar a todos (y a ninguno en el fondo) para sentirse bien.
Don Entusiasta: en toda empresa en la que se embarca pone mucho entusiasmo; logra contagiarlo a los que se le acercan y a sus colaboradores.

Don Exquisito: trata a todas las personas (y temas de que habla) con mucha exquisitez; en negativo: le falta "normalidad" (que no mediocridad); puede acabar siendo Don Sibarita.
Don Famoso: siempre es conocido por unos aquí y por otros allá; siempre es foco de atención, protagonista; quizá no sabe vivir sin ello.
Don Fulano: es conocido por muchos, pero de manera utilitaria y más bien superficial.

Don Idílico: es una mezcla de Don Sibarita y Don Exquisito (en negativo éste); también es una radicalización negativa de Don Entusiasta, de modo que se evade de la realidad o la niega para construirse un idílico paraíso, lamentablemente inexistente.
Don Infumable: todo lo que dice, lo que hace, cómo se explica o cómo afronta las cosas -especialmente en relación con otros- se torna infumable y acaba por ahogar a sus correligionarios o a aquellos que trabajan en equipo con él o incluso a colaboradores secundarios y hasta algún que otro conocido... Es una radicalización negativa de Don Pesado.

Don Mengano: un paso más de Don Fulano; a él sólo llegas por segundas personas, nunca directamente.
Don Pesado: tiene tendencia a hacerse pesado o inconscientemente se torna pesado.
Don Plomo: primo de Don Pesado; más pesado que éste, aunque no tanto como Don Infumable. Sus insistencias "plúmbeas" sobre los temas que le interesan o apetecen o simplemente los pocos que sabe..., resultan en ocasiones positivas en cuanto que consigue aquello que se propone, por medio de su pesadez plúmbea; el resto de veces resulta lo que es: un auténtico plomo.
Don Perfecto: todo lo que hace le ha de salir bien; si no es así, se irrita hasta límites insospechados. Es pariente lejano de Don Idílico, por eso no se evade en un automontaje de la realidad -en caso de que ésta no responda a sus expectativas (a priori) o a sus requerimientos (a posteriori)-, sino que intenta cambiar el sino de las cosas, hasta forzarlas irremediablemente o hasta forzarse él mismo, de modo que, en un caso y en otro, lo que falta es la naturalidad y, aún más, la libertad.
Don Positivo: aquel que cree que, de todo lo bueno, aún lo mejor está por venir.
Don Preciso: tiene muchos dones y muchas personas precisan de él; de hecho, en la lengua española existen expresiones (con sus variantes) referidas a "Don Preciso", tales como "Don Preciso ya nació" o "Don Preciso ya murió" o "Don Preciso ya se marchó" (según las circunstancias aconsejen una u otra...).

Don Sabio: su sabiduría en los temas de su dominio (o en muchos otros que inicialmente uno no se imaginaría que los domina) produce que sea consultado constantemente por propios y ajenos; su pedagogía para comunicar esa sabiduría hace que no se convierta, normalmente, en Don Plúmbeo o en Don Eterno, aunque nunca está del todo exento en caer en una de esas exageraciones o radicalizaciones, como también en la de Don Famoso, etc.
Don Sibarita: radicalización negativa de Don Exquisito... hasta límites insospechados de refinamiento exacerbado.
Don Sincero: es el caso contrario a Don Astuto, del que es vecino pero nunca pariente -ni siquiera lejano-. Necesita contar siempre la verdad, sea propia o ajena, sin atender a circunstancias, pormenores, agravantes o atenuantes. No en pocas ocasiones resulta -lo que dice- con un sabor semejante al que deja Don Clorato, pariente lejano suyo. A veces, de tal exceso de sinceridad se torna algo parecido a Don Infumable, de quien es amigo, ocasionando en sus interlocutores una huida, evasión o fuga directa e instantánea.

Don Zutano: un paso más de Don Mengano; a él sólo llegas por terceras personas, nunca directamente ni siquiera por segundas personas; es una radicalización -en negativo- de Don Fulano y de Don Mengano.
¿Cuál eres tú -de entre todos ellos-? ¿Te atreves a inventarte otro "Don Carácter" para describir algo tuyo o de algún conocido?
Déjalo escrito como comentario, y luego -si deseas- lo incorporo al texto.
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He encontrado una sorprendente similitud con estos caracteres en la Biblia (Antiguo Testamento), concretamente en el libro de los Proverbios, capítulo 9, versículos 13-18, que paso a transcribir, aunque dadas las diferencias entre las diversas traducciones que he hallado, finalmente he optado por hacer una reconstrucción del texto (ahora la literalidad no nos interesa tanto, cuanto la expresividad) y me baso en las 3 traducciones siguientes: la de la Conferencia Episcopal Española (publicada en la Biblioteca de Autores Cristianos, la BAC, de Madrid), la del breviario u Oficio de Lecturas en la Liturgia de las Horas, volumen tercero, correspondiente a la primera lectura del miércoles VI del tiempo ordinario, y la traducción de Evaristo Nieto y su equipo en la editorial San Pablo; así pues:
Doña Locura es bullanguera, impulsiva, mentecata e ignorante;
la ingenua no tiene vergüenza.
Se sienta a la puerta de su casa, en un asiento, en lo más alto de la ciudad
para gritar a la gente que pasa -a los que van derechos por el camino-:
«Jóvenes inexpertos, venid aquí».
Y a los insensatos y a los faltos de juicio, ella les dice:
«El agua robada es más dulce;
el pan a escondidas, en secreto, es más sabroso».
Pero no saben (los transeúntes y la gente que pasa por allí)
que en la casa (de Doña Locura) están las sombras de los muertos,
y que sus invitados bajan a las profundidades del Abismo.
(adición del 23 de febrero de 2014)
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(adición del 20 de septiembre de 2020: perfil de don Camaleón, gracias a Elías Robles; fuente de la foto del camaleón: https://www.almendron.com/blog/el-camaleon-ese-desconocido/.)
Don Positivo: aquel que cree que de todo lo bueno aún lo mejor está por venir. Elena.
ResponderEliminarQuerida Elena: ya incorporé tu colaboración -positiva, como siempre- al texto. Muchísimas gracias. Seamos "don Positivos" ;-)) -fray Palabra.
Eliminar¡Jajajaja!.¡Pero qué ingenio el tuyo!
ResponderEliminarGracias por tu buen humor:);)
EliminarGracias a ti, Stella ;)
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