19.1.14

Pastoral arquitectónica



«Pastoral arquitectónica»

Para los entendidos en carreras universitarias y en formación académica es sabido que existe una carrera y su respectiva titulación llamada “Teología”; hasta ahora, ha venido abarcando un quinquenio o un sexenio desarrollando diversas asignaturas. Una de las asignaturas de Teología es la llamada “Teología Pastoral”. Esta disciplina tiene muchas variantes o, por decirlo de otro modo, muchos “aterrizajes”. Es decir, que sirve para aplicarla en numerosos ámbitos de la vida, la cotidiana y la otra. Y uno de esos ámbitos, gran ámbito, es lo que se ha venido a denominar “Pastoral de la Cultura”. Dentro de ese gran ámbito, amplísimo por cierto, se halla el diálogo de la Fe con la Cultura, así en mayúsculas que queda mejor y más bonito. Y en ese diálogo de la Fe (cristiana, entendemos; católica, para más datos) y la Cultura (alta, media y baja, por poner medidas), se puede encontrar muchos casos concretos de “diálogos feculturales”. Un ejemplo que me saco ahora de la manga es el del título de este artículo: el diálogo entre la Fe y la Arquitectura. O bien, para mejor explicarlo: el diálogo entre la Arquitectura y la Espiritualidad. Pues la Espiritualidad o Teología Espiritual forma parte, como se podría entender por su nombre, del currículum de asignaturas de la carrera que hemos llamado “Teología”. Así, pues, el diálogo entre la Espiritualidad y la Arquitectura viene a producir lo que podemos denominar “Pastoral Arquitectónica”, que suena curioso y por eso lo puse como título, pues los títulos han de ser curiosos, entre otras cosas, para llamar la atención del lector y ser leídos; porque después de leer un título curioso, tal vez (con cierta probabilidad), sea leído el artículo curioso (que ha de serlo, para entroncar con el título).

Y una vez presentados los protagonistas o, por mejor decir, el contexto donde ellos van a actuar, digamos un caso concreto; para entendernos, vaya, por si acaso no se entendió nada de lo dicho hasta ahora…

Convento e iglesia de San Juan de la Cruz (Valencia, España)
(antigua Parroquia de San Andrés; ver aquí)


El otro día llama al convento una chica (le vamos a llamar Patricia). Resulta que la tal Patricia es estudiante de último curso de la titulación de Arquitectura en una Escuela Técnica Superior, que es el lugar académico reconocido donde se imparte esa carrera. Un asunto hace que llame al convento: en el quinto año de la carrera está cursando una materia que versa sobre “Conservación” (entendemos que se trata de conservación de algo arquitectónico, llamémosle genéricamente “Patrimonio Arquitectónico”). Y la duda que tiene Patricia es si acaso en el convento de carmelitas teresianos o en el terreno de nuestra propiedad tenemos algo (algo arquitectónico, se entiende) sobre lo que ella podría elaborar un estudio, incluída una propuesta virtual de conservación y/o de restauración. La respuesta a su pregunta es “sí”. Y eso le ilusiona y le tranquiliza, porque no tendrá que buscar más. Aquí lo encuentra y aquí se queda. Y sobre “algo” de aquí hará su trabajo, lo presentará a su profesora de Conservación-Restauración (C&R), lo defenderá ante sus compañeros y, quién sabe, a lo mejor se anima a seguir en la brecha de lo ya investigado y continúa profundizando en la veta encontrada aquí, en un convento… ¿Y cómo es que en un convento se puede encontrar “algo” de interés para un universitario ya especializado o en vías de especialización? Fácil: porque los conventos de frailes y los monasterios de monjas conservan y restauran desde que fueron fundados; esa doble actividad viene inscrita en el ser fraile o monja, pues uno y otra acaban amando el patrimonio que les rodea, porque le otorgan sentido y forma parte ya de sus vidas. Así que, con el tiempo, se preocupan del patrimonio y buscan soluciones a su conservación, a su restauración, a su difusión, a su interpretación… Y eso les interesa mucho a los estudiantes que estudian algo relacionado con ello; por ejemplo, Arquitectura.

Sin pretenderlo, se monta un diálogo entre la Fe y la Cultura, entre la Espiritualidad y la Arquitectura (o la Arquitectura Técnica, que también está muy presente), entre la Historia de la Orden y la Historia de la Cultura. Y de ese diálogo salen buenos frutos, muy interesantes, que toman formas diversas, como diversos pueden ser los diálogos establecidos: jóvenes y de rabiosa actualidad; maduros y con poso; o bien un poquito de todo: una pizca de modernidad y otra de antigüedad. Y así, casi sin darnos cuenta, establecemos un fructífero encuentro a raíz de algo tan curioso como la Pastoral arquitectónica. Pero no es sólo cosa de Patricia, claro, sino de Juan, Alberto, Sonia, Alicia, Eduardo, José Luis (por poner nombres ficticios) y unas cuantas docenas de alumnos y también otras docenas de profesores (algunos, catedráticos) que, interesados en el patrimonio, se han acercado y se siguen acercando a nuestros conventos, con ansias y deseos culturales… y se van con los deseos hechos realidad y, además, con una vivencia humana (de acogida) y espiritual (de trascendencia), al haberse paseado por entre las piezas patrimoniales que se refieren a Dios o a algo que tiene que ver con Él.




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