La flor de junio que dura abierta apenas un día, presente en el jardín conventual del Desierto (ver: Un apunte de naturaleza: flor de junio) |
Querido Carlos,
gracias por tu sabiduría,
por tu sensibilidad,
por tu buen hacer,
por tu mirada limpia,
por tu escucha atenta,
por tu alegría,
por tu ansia de más allá,
por tu familia,
por lo difícil del
camino,
por lo sencillo de la
vida…
Gracias por atreverte
a venir al Desierto de
Las Palmas,
en un lejano dos mil
siete
y renovar el desafío
en el pasado dos mil
nueve,
reemprendiendo el reto
en el dos mil diez éste.
Gracias por venir a
grabar
que quizá oyeron algo más
de lo que suelen a veces
y tal vez el monte, el
sol, el mar
les hayan dicho: “Y tú,
¿qué quieres?”.
Tal vez, tal vez, hayan
respondido:
“Yo quisiera encontrar al
Dios ése
que unos ignoran y otros
callan,
de quien todo hablar
parece,
y que sin voz, sin
palabras,
tan curiosamente,
anda como escondido en el
paraje…”.
Gracias, en fin, por las
veces
que no las dí a ti, a
Dios o a los hermanos.
Gracias, por fin, en esta
veste
de amigo, de hermano
caminante…
Publicado en el blog de Carlos de Prada el 2 de agosto de 2010 (aquí).