Cf. Francisco J. Butiñá, sj, Glorias de San José. 3ª ed. Eugenio Subirana, Editor y Librero Pontificio, Barcelona 1909 [la 1ª edición es de 1889], pp. 537-554. En la III parte de ese libro del P. Butiñá: «Capítulo III. San José libertador y guarda de las almas en atención á sus devotos», se hallan 6 relatos de conversión:
(Hay que tener en cuenta que ese libro se escribió en 1889, con un lenguaje piadoso y apologético; quien no esté acostumbrado a la apologética de fines del siglo XIX le podrá llamar la atención alguna que otra expresión. Los titulillos entrecomillados al inicio de los párrafos siguientes -numerados del I al VI- corresponden a los títulos de sendos epígrafes en dicho libro.)
§. «I. Vergüenza vencida» (Butiñá, Glorias de San José, op. cit., pp. 538-539): «(…) un
pecador vergonzante (…), según lo refirió el mismo favorecido al Padre Barry
[sic] en tiempo en que éste escribía la Vida de San José. Habiendo dicha persona
tenido la desgracia de cometer un enorme sacrilegio, violando un voto con que
estaba ligada al Altísimo, no supo, ó mejor, no quiso vencer la maldita
vergüenza de confesarlo, para salir del precipicio en que se había metido» (ibíd., p. 538). Por medio de san José obtuvo el valor de confesarse y reconciliarse con Dios.
Portada del libro del padre Butiñá: Glorias de San José (1ª edición: 1889; 2ª edición: 1893; 3ª edición: 1909). |
§. «II. Triunfo de la oración» (ib., pp. 540-542): un joven «de cierta aldea de Grenoble [Francia]» (ib., p. 540), huérfano de padre (nacido en
1830ca.): «En 1852 ingresó en uno de esos focos de perversión [de París] donde
se hace alarde de incredulidad y de odio contra la Iglesia, y allí se hizo
ateo, republicano y socialista, habiéndose pervertido de forma, que con sus
malas costumbres arruinó de todo en todo su salud» (ib., p. 541), fallecido antes de 1855, por
enfermedad, pero convertido, reconciliado y
habiendo recibido la 'extremaunción'; cf. ibíd., p. 542).
§. «III. Un pródigo vuelto a la casa paterna» (ib., pp. 542-544): «un estudiante» belga (cf. ib., p. 543), «Joven aún, había cometido ya
culpas gravísimas; y a medida que iba creciendo en edad, íbame sumiendo más en
el lodazal del vicio. Los perversos hábitos contraídos bajo el techo doméstico,
me acompañaron al colegio; y así como allí [en casa] había engañado á mis
padres, así conseguí burlar aquí la vigilancia de los que cuidaban de mi
educación. De esta suerte pasé mi vida hasta la edad de los 18 años» (ib., p. 543) (carta dirigida seguramente al
mismo P. Berry y publicada en su libro jossefino; fecha en la que el joven aún
firma como estudiante [ib., p. 544]).
§. «IV. Gozo de la conversión» (ibíd., pp. 545-547): «un hombre de mundo» (ib., p. 545), el testimonio es un texto copiado íntegramente seguramente
del libro del P. Berry, sin citar procedencia; seguramente es francés el varón
converso en cuestión (cf. ib., pp.
545-547): «¡Diez y siete años viví en riesgo tan horrible!» (ib., p. 545); pongamos que tendría, en el
momento de escribir su testimonio unos 32-35 años, imaginando que a los 15
(como poco) comienzan sus desvaríos, más 17 años, 32 en total; o bien, si a los
18 comenzó a desvariar —con la mayoría de edad—, más los 17 años de desvarío,
son 35 años en total, es decir, ya no un jovenzuelo sino «un hombre de mundo»,
como se dice en la introducción del testimonio (ib., p. 545); restar, pues, esa posible edad (entre 32 y 35) al año de
publicación primera del libro del P. Berry y saldrá la fecha aproximada de
nacimiento de este converso. Converso por intercesión de «San José» (ib., p. 547), de «la Santísima Virgen» (ib.) y del «sacratísimo Corazón de
Jesús» (ib.): «Ya que los tres
acogieron mis votos, que todos los que esto lean, bendigan por mí a Jesús,
María y José» (ib.). Habría que
contabilizarlo, pues, entre los conversos “marianos”, además de los
“josefinos”.
§. «V. Frutos de una vocación contrariada» (ibíd., pp. 547-549): testimonio tomado del
libro Vida de San José del P. Berry
(cf. ibíd., p. 547); «un joven», «que
vivía en Lión de Francia» (ibíd., p. 547),
«había resuelto darle por completo el último adiós [al mundo] y meterse en
religión [=en una orden religiosa]» (ibíd.,
p. 547); sus padres se opusieron a su vocación e hicieron lo posible para que
olvidara esa decisión y lo consiguieron (cf. ibíd., pp. 547-548); «(…) acabaron por apagar en su corazón los buenos
sentimientos, y por sujetarlo á la cadena de los vicios, á cuyos excesos se
abandonó con la vida más licenciosa. / No paró aquí su desventura. Cual otro
pródigo abandonó la casa paterna y sentó plaza de soldado. Pero en esta nueva
profesión, en vez de buscar en la disciplina y en la piedad la gloria de un
militar valiente y cristiano, se hizo notable entre sus camaradas por su
insolencia y libertinaje» (ibíd., p. 548);
sus padres, entonces, le piden que vuelva a casa y, sin conseguirlo, piden la
intercesión de san José, que logra la conversión del hijo (cf. ibíd., pp. 548-549): «(…) hizo llorosa
confesión de todas sus culpas, abandonó el uniforme militar, y volvió al seno
de su familia. Llegado á la casa de sus padres, les pidió perdón de los
disgustos que les había causado, y comenzó una vida digna de sus antiguos
fervores» (ibíd., p. 549); aunque no parece
que volviera a querer entrar en religión,
a juicio del título del capitulillo: «Frutos de una vocación contrariada» (ibíd., p. 547) y de no dar más explicación al
final del relato (cf. ibíd., p. 549).
§. «VI. Un sacerdote convertido» (ibíd., pp. 549-550): testimonio tomado «del mismo Padre Barry [sic], devotísimo
de San José, es la siguiente relación que copiamos» (ibíd., p. 549): «Un religioso de la Compañía de Jesús tenía un pariente
cercano, el cual muchos años hacía estaba entregado á conducta tan poco
recomendable, que con ella deshonraba, así el nombre de cristiano, como el
carácter sacerdotal de que se hallaba revestido» (ibíd., p. 549); sana del espíritu y del cuerpo, pues enfermó (cf. ibíd., pp. 549-550). En cambio, en el §. «VII.
Una visita feliz» (ibíd., pp. 550-554) se
habla de custodia de la fe y oración más que de conversión.
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Anexo:
El P. Francisco Butinyà i Hospital, jesuita catalán, nació en 1834 y murió en 1899. Es fundador de las Hijas de S. José y de las Siervas de S. José. Su causa de beatificación está introducida en la diócesis de Gerona o Girona (Cataluña, España) en 2004, por ambas congregaciones religiosas. Un perfil biográfico suyo se puede ver aquí, en la página institucional de la congregación de las Hijas de San José.
El año entrante se celebrará el 150 Aniversario de la proclamación de San José como “Patrono de la Iglesia Universal”. Sería oportuno que quienes se dedican a estudiar, reflexionar y honrar al Santo Esposo de María, gestionen, ante “La Sagrada Congregación para el Culto Divino”, el establecimiento de una Celebración Litúrgica para honrar este Título de San José, así como recientemente se ha establecido una para conmemorar a la Virgen, como “Madre de la Iglesia”.
ResponderEliminarGuillermo Prendas
Estimado don Guillermo Prendas,
EliminarSu petición me ha hecho pensar en los títulos bajo los cuales celebramos ya (en el calendario litúrgico del rito romano -que se cuenta entre los 4 ritos latinos: 1) el romano; 2) el ambrosiano [la archidiócesis más grande del mundo: Milán]; 3) el hispano-visigótico [mal llamado 'mozárabe', pues ya existía antes de que se diera el fenómeno mozárabe]; y 4) el maronita [nacido en el Líbano y luego dispersado por todo el mundo]: estos 4 son los ritos latinos; el resto de ritos son llamados -colectivamente- 'orientales' y tienen varias familias y éstas tienen varias ramas, cosa que excede ahora explicar). Así, pues, en el rito romano celebramos 2 veces a san José explícitamente: 1) el 19 de marzo, con la categoría de solemnidad, sin otro título que su propio nombre: san José; 2) el 1 de mayo (tras la estela de la fiesta civil dedicada al trabajo, a los obreros), con la categoría de memoria obligatoria, con el siguiente título: san José obrero. (Implícitamente, también lo celebramos en la solemnidad móvil de la Sagrada Familia, a finales de diciembre, y en alguna otra fiesta de la Virgen.) -- Ahora bien, usted propone celebrarlo bajo el título de "Patrono de la Iglesia Universal", entiendo que buscando otra fecha (además de las ya indicadas) para conmemorar tal título. -- Intuyendo lo complicado que debe ser el calendario litúrgico para la antes llamada Sagrada Congregación de Ritos, imagino que sería más fácil añadir dicho título a la primera fiesta mencionada, ya establecida y muy celebrada en todo el orbe católico, de modo que a la inicial mención de "San José" se pudiera añadir (bien 'ad libitum', bien explícitamente) el título de "Patrono de la Iglesia Universal". -- Un avance, en ese sentido, ha sido el mandato del papa Francisco (en el ámbito litúrgico) para que se añadan en todas las plegarias eucarísticas (no solo en el canon romano o plegaria I, en que ya aparecía) la mención (tras decir "la Virgen María") de "san José, su esposo" (o "su esposo, san José"). Así que, poco a poco, parece que en la curia vaticana (bien en su pontífice, bien en la congregación respectiva) van en la línea que usted ha apuntado... Por lo tanto, aunque se pase el mencionado aniversario (los 150 años de la declaración) sin una manifestación pública del magisterio en ese sentido, no se desesperance ni desista en su empeño, pues tal vez podamos ver aún en vida dicho título plasmado negro sobre blanco en los libros litúrgicos del rito romano.
Gracias por su aportación y propuesta. Un saludo cordial.
Henos aquí, que el papa Francisco ha escrito una carta conmemorando los 150 años de la proclamación por el beato Pío IX (en 1870) de san José como Patrono de la Iglesia Universal... -- en cierta manera (o en cierta parte), su petición se ha visto cumplida...
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