25.12.20

Las "no-figuras" del Adviento: los que deberían haber estado y no estuvieron

Según las crónicas oficiales, los documentos conservados, los manuscritos y códices más antiguos, cuyas copias y extractos nos han podido llegar... hubo muchas personas que no estuvieron en el advenimiento más importante de la Historia de la Humanidad.

Faltaron los notariosescribanos
muy ocupados en levantar otras actas y tomar otras notas;

huyeron despavoridos reyes y emperadores
(quizás temiendo por sus cetros y derechos adquiridos);

se ausentaron los tribunos, jueces y legistas,
tal vez para seguir dando largas a alguna viuda insistente
(antes de que alguien naciera para defenderla en una parábola);

se despistaron los falsos profetas 
(precisamente porque conocían que eran falsos
pero no deseaban que eso saliera en las noticias de la sobremesa...);

no acudieron a la cita los grandes ni medianos ni pequeños empresarios
(antes de que nadie se inventara 'la Patronal' ni las asociaciones de 'Pymes';
como también secundaron su ausencia los técnicos en turismo y peritos en proyectos 
lo cual fue una lástima, pues unos y otros perdieron la oportunidad de haber hecho
   un gran negocio: ya que acudieron los representantes de las culturas orientales
   con gran fasto, exhibición y notoriedad en todo el trayecto -tanto de ida como de vuelta-
   y pudieron haber aprovechado la ocasión para darse a conocer positivamente en todo el
   Oriente -Próximo o Cercano, Medio o Intermedio, y Lejano o Extremo u Olvidado-);

no tenían previsto en agenda el atender a cierta familia algo desestructurada
los encargados de la sanidad pública de Galilea ni de Judea
ni siquiera los del centro de salud o, al menos, dispensario de Belén de Judá
(como tampoco lo preveyeron los centros privados de atención primaria,
   secundaria o terciaria -por lo que tampoco fueron expedientados ni avisados
   ni siquiera se depuraron responsabilidades en otros niveles de la toma de decisiones-) 

desaparecieron los gobernadores, los centuriones, los centinelas del Imperio,
pues -como el Ojo de Mordor- tenían puesta toda su atención en cierto anillo de poder...

se desanimaron finalmente -y, por eso, tampoco acudieron- los ilusionistas, los adivinos,
los futurólogos, los visionarios, los nigromantes, los média (plural de médium),
los expertos en acertijos, los astrólogos, los embaucadores de la pobre gente,
no fuera que se diera cuenta la pobre gente de que, en verdad, era solo medio y no fin per se;

se escabulleron rápidamente los perseguidores, los martirizadores
los apagafuegos espirituales (apagan todo fuego espiritual),
los relativizadores extremos y reductores extremos (que todo lo reducen a nada)

así como también se ausentaron los fotógrafos, los pintores, los retratistas,
los juglareslos coplistas, los poetas, los cronistas, los bufones, los payasos,
los creativos, los ideadores, los expertos en márketing y gestión de imagen,
porque se ve que andaban agradando, reproduciendo y representando a otros... intereses...

No estuvieron,
se ausentaron,
se autodesinvitaron,
desparecieron,
se desentendieron...

¡Qué pena!
¡No sabían que iba a tocar el gordo!
¡Desconocían que llevaban todos los boletos ganadores!...

¡Qué lástima!
Ahora estarían alegres, contentos, satisfechos, abrumados de gozo...

Pero andan desnortados,
sin bajar al Sur,
enrocados en su Norte,
que perdió el norte
y no lo encontrará
jamás
nunca

...

hasta que amanezca
el Justo
y cuide el pábilo vacilante
y acoja a la caña cascada
y retome al perdido en la vía
y recoja al tirado en el camino

...

pero primero ha de anochecer

...

y ser más profunda
la tiniebla

...

escondeos

...

ocultaos

...

porque ha de pasar
esta generación
sin saber
ni ver
ni conocer
ni entender
...
no sea que se convierta
y se salve
y...

no sea...

no
 
...

Porque debieron estar...
...pero no estuvieron...

Y no lo podemos evitar...
...ni volver atrás...
...ni rehacerlo...


Solo

...
 
solo


















...

acudamos

a Belén

 

10.12.20

Figuras de Adviento: María II: la Buena Esperanza

María, la Virgen de la Buena Esperanza

Si ya vimos la primera advocación mariana del Adviento, esto es, la Inmaculada Concepción de María, ahora nos toca pasar revista a la segunda y más constante advocación: María está en cinta, embarazada, por obra del Espíritu Santo, de Jesús, el que va a ser el Salvador.

A la Virgen embarazada, que no se suele ver mucho o hablar mucho de ella, se la ha llamado, tradicionalmente, la Virgen de la Buena Esperanza.
(Fuente: aquí)

En la tercera semana de Adviento se celebra la festividad de la Virgen de la Esperanza, ya que es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con «La Expectación del Parto», o «El día de Santa María» como se le llamó también en otro tiempo, o «Nuestra Señora de la O» como popularmente también se le denomina hoy.

La representación de la Virgen en la espera del parto, denominada con el nombre de Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, se volvió frecuente a fines de la Edad Media, cuando se instituyó la fiesta de la Expectación de la Virgen, celebrada el 18 de diciembre.

En las diversas culturas hallamos diferentes representaciones de la Virgen de la Esperanza, o de la Buena Esperanza, o Virgen del Parto, o Virgen de la Expectación (las variaciones y connotaciones de cada título son extensísimas). Y así la vemos ataviada con los ropajes costumbristas de cada región, país o zona subcontinental (especialmente en ámbito latino), o bien una Inmaculada Concepción pero con barriguita, es decir, indicando que la Virgen (misterio de la virginidad de María) se ha quedado embarazada "sin conocer varón" (que está en el origen del misterio de la inmaculada concepción de Jesús). Y así las representaciones se multiplican.

En Oriente, se habla del Icono de la Virgen del Signo, o Virgen del Adviento, la cual lleva en su seno a Jesús (como normalmente no se representan las tres dimensiones en los iconos, el Niño aún sin nacer aparece dentro de una circunferencia, a la altura de la barriga de María):

Dos mode-los de iconos de la Virgen del Signo o de la Virgen del Advien-to.


(Fuente: aquí, con muchos otros iconos de la Virgen, identificados en el título o pie de foto)

A veces se "carmelitaniza" la Virgen del Signo o del Adviento y la vemos como en el icono de la Virgen de la Contemplación o Virgen del Desierto de Las Palmas (Castellón, España), compuesto en la escuela iconográfica que tienen las monjas Carmelitas Descalzas de Harissa (Líbano).

Este icono representa a la Virgen del Signo con todo tipo de contenido y detalles carmelitanos: viene a ser la Virgen del Carmen, válida para todo el año litúrgico, aunque con evidente inspiración en la Virgen del Adviento, como vemos por el gesto de la Virgen y por la incrustación de la circunferencia con el Niño en el medio superior del cuerpo de María. Abajo y detrás quedan signos tan carmelitanos como la nubecilla de Elías (sobre el mar, que significaría aquí lo desconocido, el lugar de las bestias y del mal, etc., que es vencido por el advenimiento del Salvador, nacido de María Virgen), el monte Carmelo o monte de la perfección, coronado por la Cruz, con una caverna en medio, que podría ser la gruta de Elías (en la ladera del monte Carmelo) o la gruta de San Eliseo (en otra parte de ese monte) o "las cavernas oscuras del sentido" que canta san Juan de la Cruz en su Cántico espiritual; caverna que se ve enmarcada por las tres estrellas del escudo carmelitano, dos fuera de la caverna, de plata, porque indican las dos virtudes pasajeras de la fe y la esperanza, que solo nos sirven en este mundo, y una estrella de oro en medio de la caverna o cueva o gruta, que indica la virtud del amor o caridad, que es virtud eterna, también actuante en el cielo, pues dice san Pablo que el amor no pasa nunca o nunca se acaba (cf. 1Cor 13,8). De la misma manera, el árbol de la vida (o de la sabiduría), al inicio del ascenso al monte referido; el escapulario en la mano derecha de María; el escapulario que viste la misma Virgen María, con el sayal del hábito y la capa blanca-hueso, con cuatro pliegues a la izquierda y tres pliegues a la derecha (cuatro virtudes cardinales, tres virtudes teologales, siete virtudes = María, la mujer perfecta); y las inscripciones griegas de todo icono mariano en la parte superior.

Recursos para niños sobre la Virgen de la Buena Esperanza: aquí.
«Oración para el embarazo a la Virgen de la Dulce Espera» (ojo con ese blog, en que se mezclan cosas católicas, cristianas, con diversas supersticiones, amuletos y demás)
Fecha de la memoria de la Virgen de la Buena Esperanza: 18 de diciembre, justo al comenzar las ferias mayores de Adviento (por lo cual no se celebra exactamente del común de santa María, sino de los textos litúrgicos propios de esas ferias mayores, los cuales tienen presente siempre la figura protagonista de la Virgen María, que está encinta, a punto de dar a luz).
 

20.9.20

Perfiles psicológicos muy castizos

Presento aquí varios perfiles psicológicos o bien momentos de una misma psicología, a modo de "clichés" (a medio camino entre lo humorístico, lo ensayístico, lo psicológico y lo reflexivo).
 



¿Seré yo un poco de todo esto;
o un poco de esto y un poco de aquello;
o tal vez sea solo uno de estos caracteres
pero pueda caer en el resto de ellos,
si no me voy autoconociendo y
autocorrigiendo para no perderme?

 
Don Afeitado: trata los temas y las cosas y a las personas como trata su barbilla al afeitarse: pasa por encima quitando lo que sobresale, pero la raíz siempre queda debajo, a la que nunca consigue -ni pretende- llegar.

Don Astuto: se suele salir con la suya en las circunstancias más variopintas; tiene altas titulaciones experimentales en estas prácticas "astutas", tanto en el plano dialéctico como en el de la acción. Es muy difícil penetrar en alguna parcela de su personalidad que previamente haya decidido no mostrar o esconder o maquillar. Está hecho -casi- a prueba de balas dialécticas. Nunca se sabe del todo con quién se está.

Don Bostezo: cualquier cosa le produce hambre, sueño o aburrimiento (las tres causas del bostezo), pasando de manera intermitente -y sin aparente concierto- de un estado a otro, sin por ello comprometerse verdaderamente con algo; no llega a ser el eterno dormilón, pero poco le falta.

Don Camaleón: estar en su presencia resulta agradable en los primeros momentos, dada su gran adaptabilidad a todo tipo de situaciones, caracteres y posturas; siempre busca agradar a todo el que lo rodea, cueste lo que cueste, incluso si ha de sacrificar su propia personalidad, adaptándose a la forma de hablar y de comportarse de aquellos con los que se encuentra en cualquier momento; su mimetismo es tan perfecto que nunca se llega a saber de verdad cómo es o quién es o qué desea realmente en cada momento; es decir, su individualidad desaparece en la colectividad en aras de pasar desapercibido o bien no ser interrogado o bien dar salida a la imperiosa necesidad de agradar a todos (y a ninguno en el fondo) para sentirse bien. 


Don Clorato: deja siempre un sabor raro: las cosas que dice, las que hace, cómo se comporta, etc. (Tomado de Don Clorato de Potasa, novela humorística del cómico español Edgar Neville.)

Don Entusiasta: en toda empresa en la que se embarca pone mucho entusiasmo; logra contagiarlo a los que se le acercan y a sus colaboradores.

Don Eterno: (a) todo lo que hace se eterniza en el tiempo (positivo); (b) todo lo que dice se eterniza en el tiempo (positivo): es el primo hermano de Don Sabio; (c) toda acción que emprende ahora se eterniza hasta no se sabe cuándo (negativo); nunca acaba de hacer algo del todo, porque le lleva una eternidad...; (d) toda explicación suya se eterniza de manera inconsciente o consciente, pero nunca justificable, de modo que se torna una mezcla entre Don Pesado, Don Infumable, Don Plúmbeo y Don Idílico, mezcla que resulta absolutamente letal para sus interlocutores, que mueren en el intento de comunicarse o huyen de él atemorizados de muerte.

Don Exquisito: trata a todas las personas (y temas de que habla) con mucha exquisitez; en negativo: le falta "normalidad" (que no mediocridad); puede acabar siendo Don Sibarita.

Don Famoso: siempre es conocido por unos aquí y por otros allá; siempre es foco de atención, protagonista; quizá no sabe vivir sin ello.

Don Fulano: es conocido por muchos, pero de manera utilitaria y más bien superficial.

Don Guay: es un primo segundo de Don Perfecto y primo hermano de Don Exquisito, aunque por rama materna. Tiene propio vocabulario -diferente, por supuesto, de Don Exquisito. y siempre necesita sentirse él mismo, y hacer que los demás se sientan como él -en caso negativo, toma las de Don Idílico y se autoengaña con que todo y todos son guays o superguays-. En este sentido es familiar también de Don Famoso, solo que no es necesariamente tan famoso como él.

Don Idílico: es una mezcla de Don Sibarita y Don Exquisito (en negativo éste); también es una radicalización negativa de Don Entusiasta, de modo que se evade de la realidad o la niega para construirse un idílico paraíso, lamentablemente inexistente.

Don Infumable: todo lo que dice, lo que hace, cómo se explica o cómo afronta las cosas -especialmente en relación con otros- se torna infumable y acaba por ahogar a sus correligionarios o a aquellos que trabajan en equipo con él o incluso a colaboradores secundarios y hasta algún que otro conocido... Es una radicalización negativa de Don Pesado.

Don Instantáneo: primo de Don Afeitao. Para todo lo que hace y dice sigue siempre una de sus múltiples fórmulas -que suelen ser variaciones de la misma-: tomar la vía rápida e instantáneamente salir del atolladero; por tanto, su compromiso aparente es en verdad menos que superficial, pues no le interesa más que salir de las cosas, situaciones, relaciones, asuntos, etc., con fáciles soluciones instantáneas (fáciles de disolver y más fáciles de consumir).

Don Mengano: un paso más de Don Fulano; a él sólo llegas por segundas personas, nunca directamente.

Don Pesado: tiene tendencia a hacerse pesado o inconscientemente se torna pesado.

Don Plomo: primo de Don Pesado; más pesado que éste, aunque no tanto como Don Infumable. Sus insistencias "plúmbeas" sobre los temas que le interesan o apetecen o simplemente los pocos que sabe..., resultan en ocasiones positivas en cuanto que consigue aquello que se propone, por medio de su pesadez plúmbea; el resto de veces resulta lo que es: un auténtico plomo.

Don Perfecto: todo lo que hace le ha de salir bien; si no es así, se irrita hasta límites insospechados. Es pariente lejano de Don Idílico, por eso no se evade en un automontaje de la realidad -en caso de que ésta no responda a sus expectativas (a priori) o a sus requerimientos (a posteriori)-, sino que intenta cambiar el sino de las cosas, hasta forzarlas irremediablemente o hasta forzarse él mismo, de modo que, en un caso y en otro, lo que falta es la
naturalidad y, aún más, la libertad.

Don Positivo: aquel que cree que, de todo lo bueno, aún lo mejor está por venir.

Don Preciso: tiene muchos dones y muchas personas precisan de él; de hecho, en la lengua española existen expresiones (con sus variantes) referidas a "Don Preciso", tales como "Don Preciso ya nació" o "Don Preciso ya murió" o "Don Preciso ya se marchó" (según las circunstancias aconsejen una u otra...).




 
Don Prudencio: denota un exceso de prudencia adonde va.

Don Sabio: su sabiduría en los temas de su dominio (o en muchos otros que inicialmente uno no se imaginaría que los domina) produce que sea consultado constantemente por propios y ajenos; su pedagogía para comunicar esa sabiduría hace que no se convierta, normalmente, en Don Plúmbeo o en Don Eterno, aunque nunca está del todo exento en caer en una de esas exageraciones o radicalizaciones, como también en la de Don Famoso, etc.
 
Don Sibarita: radicalización negativa de Don Exquisito... hasta límites insospechados de refinamiento exacerbado.
  
Don Sincero: es el caso contrario a Don Astuto, del que es vecino pero nunca pariente -ni siquiera lejano-. Necesita contar siempre la verdad, sea propia o ajena, sin atender a circunstancias, pormenores, agravantes o atenuantes. No en pocas ocasiones resulta -lo que dice- con un sabor semejante al que deja Don Clorato, pariente lejano suyo. A veces, de tal exceso de sinceridad se torna algo parecido a Don Infumable, de quien es amigo, ocasionando en sus interlocutores una huida, evasión o fuga directa e instantánea.
 
Don Soñador: el carácter de Don Soñador está entre medias del de Don Idílico (exageración por exceso) y del de Don Prudencio (exageración por defecto), pues el primero se pasa de "lanzado" y el segundo no llega, por excesiva prudencia; Don Soñador, sin embargo, tiene interesantes sueños, algo arriesgados si bien es verdad, pero interesantes, al fin y al cabo..., por lo cual valdría la pena romper una lanza (o dos, ya puestos) y lanzarse a ello con arrojo y simpatía, actitudes muy propias de él.
 
Don Zutano: un paso más de Don Mengano; a él sólo llegas por terceras personas, nunca directamente ni siquiera por segundas personas; es una radicalización -en negativo- de Don Fulano y de Don Mengano.

¿Cuál eres tú -de entre todos ellos-? ¿Te atreves a inventarte otro "Don Carácter" para describir algo tuyo o de algún conocido?
 
Déjalo escrito como comentario, y luego -si deseas- lo incorporo al texto.

*     *     *     *     *

He encontrado una sorprendente similitud con estos caracteres en la Biblia (Antiguo Testamento), concretamente en el libro de los Proverbios, capítulo 9, versículos 13-18, que paso a transcribir, aunque dadas las diferencias entre las diversas traducciones que he hallado, finalmente he optado por hacer una reconstrucción del texto (ahora la literalidad no nos interesa tanto, cuanto la expresividad) y me baso en las 3 traducciones siguientes: la de la Conferencia Episcopal Española (publicada en la Biblioteca de Autores Cristianos, la BAC, de Madrid), la del breviario u Oficio de Lecturas en la Liturgia de las Horas, volumen tercero, correspondiente a la primera lectura del miércoles VI del tiempo ordinario, y la traducción de Evaristo Nieto y su equipo en la editorial San Pablo; así pues:

Doña Locura es bullanguera, impulsiva, mentecata e ignorante;
la ingenua no tiene vergüenza.
Se sienta a la puerta de su casa, en un asiento, en lo más alto de la ciudad
para gritar a la gente que pasa -a los que van derechos por el camino-:
«Jóvenes inexpertos, venid aquí».
Y a los insensatos y a los faltos de juicio, ella les dice:
«El agua robada es más dulce;
el pan a escondidas, en secreto, es más sabroso».
Pero no saben (los transeúntes y la gente que pasa por allí)
que en la casa (de Doña Locura) están las sombras de los muertos,
y que sus invitados bajan a las profundidades del Abismo.

(adición del 23 de febrero de 2014) 

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(adición del 20 de septiembre de 2020: perfil de don Camaleón, gracias a Elías Robles; fuente de la foto del camaleón: https://www.almendron.com/blog/el-camaleon-ese-desconocido/.) 

10.5.20

Los abrazos papales

Ya que no podemos abrazarnos a causa del coronavirus (Covid-19)
retomo la reflexión sobre "los abrazos papales", de gran significado
para el diálogo ecuménico o diálogo entre las Iglesias cristianas
(sobre todo entre cristianos católicos y cristianos ortodoxos)
que Oriente y Occidente se sigan abrazando mutuamente
aunque, por el confinamiento, aún no podamos...


En el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos... (comenzado por Paul Watson en 1905 y continuado hasta hoy -2020- en todo el mundo...), ofrezco esta breve reflexión:
 
(Reflexión sobre los abrazos entre Papas y Patriarcas ortodoxos en los siglos XI-XXI)
 
Abrazo entre el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Atenágoras I, y el Papa (Patriarca de Roma, Occidente), Pablo VI
Jerusalén ("Tierra Santa"), 1964
(910 años después del Cisma de Oriente, en 1054, en que Roma y Constantinopla se alejaron definitivamente;
previamente al abrazo, ambos líderes cristianos revocaron las sendas excomuniones que se habían dado en 1054)

Abrazo entre el Papa Francisco (Patriarca de Occidente) y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé
Jerusalén ("Tierra Santa"), 2014
Encuentro acordado por ambos, a los 50 años del abrazo entre sus predecesores, Pablo VI y Atenágoras I, respectivamente

 
1. La Ortodoxia, de acutalidad [1]
 
De todas las Iglesias orientales, la Iglesia Ortodoxa es la más importante y la que cuenta con más miembros[2]. Los últimos datos publicados dicen que las Iglesias ortodoxas cuentan, en conjunto, con unos 250 millones de fieles, siendo la Iglesia Ortodoxa Rusa, con 165 millones, la más numerosa[3].
 
La Ortodoxia oriental tiene una Iglesia especial, la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla, cuya cabeza es el Patriarca Ecuménico de Constantinopla (antes Bizancio, hoy Estambul), representante, cabeza simbólica, espiritual y en cierto modo organizativa de toda la Ortodoxia oriental.
 
Es una Iglesia no muy grande en número, pero sí que fue antiguamente la 2ª Roma, la Roma de Oriente...
De hecho, a partir del siglo XVI, la otra gran Iglesia, la Ortodoxa Rusa, quiso hacer de Moscú la 3ª Roma... (porque la Roma italiana era la primera, estaba claro; y la 2ª Roma era Constantinopla —todos lo sabían—; y, por tanto, la otra gran sede eclesial, la 3ª Roma, querían o quisieron que fuera Moscú...)
 
 
2. El reciente abrazo entre Francisco y Bartolomé I
 
El abrazo del Patriarca ortodoxo de Constantinopla con el Papa de los católicos representa el reencuentro de los apóstoles y hermanos Andrés (en la persona del actual patriarca Bartolomé I) y Pedro (en la persona del papa Francisco)[5].
 
Esto es tanto como decir: el reencuentro de las dos grandes Iglesias —la ortodoxa y la católica—. Ambas Iglesias fueron hermanas durante el primer milenio de la cristiandad (podríamos decir: desde el año 30, por ejemplo, [aproximado de la muerte y resurrección de Jesús] hasta el año 1054, cuando el cisma de Oriente).  
  
Encuentro y abrazo entre Francisco y Bartolomé I en el Vaticano (2013), un año antes de ir a Tierra Santa.
Este abrazo no fue tan sonado, evidentemente, pero preparó el reciente abrazo en Tierra Santa (2014).
   

3. Un milenio desde aquella separación...
  
Pero al comenzar el segundo milenio (en 1054) sobrevino la separación (como a veces ocurre entre hermanas..., pero, precisamente por ser hermanas, esa separación dura poco... y a los pocos días o a las pocas horas, alguna de ellas, si no ambas a la vez, después de reflexionar, se levantan, se ponen en camino hacia su hermana y le piden perdón: porque son hermanas y tienen un mismo Padre, que es el Dios de las misericordias, Dios del consuelo, Dios del perdón...).
 
Pero... está a punto de pasar el segundo milenio desde entonces —o sea: 1054-2054—, estamos de camino al año 2054 (total quedan 40 años hasta entonces: 2014-2054), de camino a esa fecha simbólica..., parece que ambas Iglesias se apresuran a reencontrarse, a perdonarse, a curarse las heridas producidas por la incomprensión, por el alejamiento, las sospechas, la falta de caridad...
 
Y por eso, hoy, vuelve a ser noticia la Ortodoxia.
Y vuelven a estar de moda los abrazos papales y patriarcales.


4. El valor de los abrazos

El abrazo entre un papa católico y un patriarca ortodoxo (y, en general, entre dos grandes lídderes o jefes de Iglesias) va más allá de un simple signo: supone un marcado compromiso por la unidad, la misma que Cristo quiso para los que estaban llamados a la salvación.

El papa Francisco y el patriarca Bartolomé I han puesto de actualidad a la Ortodoxia, con sus abrazos, sus gestos en Tierra Santa[6] y el mensaje conjunto que ambos hicieron público[7] con ocasión del 50º aniversario del primer abrazo entre el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla, 910 años después del cisma de Oriente (1054-1964): el que se dieron Pablo VI y Atenágoras I en 1964, un año antes de finalizar el Concilio Ecuménico Vaticano II; abrazos reproducidos por los sucesores de ambos hasta hoy[8].

El Papa Benedicto XVI ya se encontró y se abrazó con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I (ver aquí). Como tantas otras cosas del pontificado de Benedicto XVI, ésta pasó desapercibida para la opinión mediática, pero no para los verdaderos observadores de la marcha de las Iglesias, y para los cristianos comprometidos de Oriente y de Occidente.

 
5. Los abrazos papales ecuménicos[9]

Los abrazos papales tiene gran significado e importancia. Hay que huir de las poses y tácticas político-estratégicas[10]; hay que evitar el «ecumenismo romántico», que podríamos llamar sentimental, traducido en un abrazo: «¡Si todo fuera tan simple como darse un abrazo!»[11]. A salvo todo ello, los abrazos papales facilitan el posterior diálogo teológico, precedido por un acercamiento de afectos, de posturas, de entendimientos[12].

Los abrazos entre los representantes de las respectivas iglesias tienen su misión, pues «nosotros jamás podremos llegar a la unidad en un congreso de teología. Hay que caminar juntos, rezar juntos, trabajar juntos», como ha afirmado el papa Franciso en la rueda de prensa informal que tuvo con los periodistas a bordo del avión que le llevaba de vuelta a Roma, tras el reciente viaje a Tierra Santa[13], en el que han sido muy llamativos sus abrazos con judíos y musulmanes (así como los abrazos con los líderes políticos de Israel y Palestina[14], en el Vaticano, en el encuentro realizado posteriormente a dicho viaje, siendo fruto del mismo).

Abrazos no sólo ecuménicos, sino también interreligiosos: el gesto de un abrazo papal..., viene a ser el símbolo del abrazo de 3 religiones: cristianos, judíos y musulmanes, las tres grandes religiones monoteístas, presentes en Tierra Santa (Israel, Palestina, Jordania, Líbano, Siria, Egipto...): el siempre conflictivo Oriente Próximo... Un abrazo por la paz...


Como muestra, un botón. Uno de los mejores cronistas españoles del Concilio Vaticano ii, habiendo desestimado los abrazos (ubicándolos en el “ecumenismo romántico”) en su crónica de unos días antes, ahora se corrige a sí mismo con gallardía y aboga por ellos:

«La mejor noticia del día: también la Iglesia griega de Constantinopla tendrá en esta tercera sesión observadores oficiales. Hoy se ha sabido que, aparte del archimandrita Scrima, representante personal de Atenágoras, vendrán dos observadores oficiales: los profesores Romandis y Radopoulos. ¿Quién dijo que el abrazo de Jerusalén [entre Pablo vi y Atenágoras] había resultado un gesto estéril?[15] Nunca ha habido un amor estéril. Y nunca sopló el viento sin que la barca avanzase unas pulgadas. Hoy registramos con gozo el nuevo avance. Dios sea bendito. Y muchos ojos comienzan a ponerse en la reunión de Rodas, dentro de mes y medio[16]. ¿Veremos llegar ya en esta sesión a los representantes de todas las otras Iglesias ortodoxas que aún faltan?»[17]. Según el cálculo del P. Congar, hubo en el Vaticano ii hasta 98 observadores[18].
 
 
 
 




[1] La relación ortodoxo-heterodoxo, en Edward G. Farrugia (dir), Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano (en adelante: DEOC), Editorial Monte Carmelo, Burgos 2007, p. 321.
[2] Christopher O’Donnell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiología, Editorial San Pablo, Madrid 2001, p. 513.
[3] Ecclesia 74 (2014), p. 406.
[5] VV. AA., «Andrés y Pedro: reencuentro en Jerusalén», en Ecclesia 74 (2014), pp. 745, 747, 750-751, 773, 779. (Incluye: reportaje, varias noticias, comentarios y documentación diversa al respecto.)
[6] Cf. Ecclesia 74 (2014), pp. 825, 827, 829, 846-861; Vida Nueva n. 2.897 (7-13 de junio de 2014), pp. 1, 6, 32-33, 36-37, 40; Ecclesia 74 (2014), pp. 785, 787, 789-793, 816-822; Vida Nueva n. 2.896 (31 de mayo al 6 de junio de 2014), pp. 1, 5-6, 8-15; Ecclesia 74 (2014), pp. 745, 747, 750-751, 773, 779; Vida Nueva n. 2.895 (24 al 30 de mayo de 2014), pp. 1, 5, 23-30, 42-43.
[7] Francisco y Bartolomé I, «Peregrinación a Tierra Santa con ocasión del 50 aniversario del encuentro en Jerusalén entre el papa Pablo vi y el patriarca Atenágoras (24-26 de mayo de 2014). Declaración conjunta» (25.5.2014), mensaje publicado con otro título en el semanario religioso madrileño Ecclesia 74 (2014), pp. 847-848. A éste, ha seguido un discurso (tras el encuentro) a Su Santidad Aram I, Catholicós de la Iglesia Armena Apostólica de Cilicia, el 5 de junio pasado (sobre el título de katholicós, cf. DEOC, p. 376). Los encuentros se suceden con normalidad; y, tras ellos, los mensajes, discursos y declaración de intenciones por ambas iglesias en pro de la reconciliación, de la unidad y de la justicia (justicia-paz).
[8] «A partir del 1054 el nombre del papa dejó de mencionarse en la liturgia [ortodoxa], como signo evidente de la ruptura de la comunión (...). A pesar de los intentos de unión llevados a cabo en el concilio de Lyon ii (1274) y en el concilio de Florencia (1439), a mediados del siglo xv el cisma era total. Esta ruptura suponía un vivo contraste con la situación del primer milenio, descrita así por el Vaticano ii (...) (UR 14)» (Diccionario de Eclesiología, p. 513). Hubo una breve unión (8 años) bajo el emperador Miguel Paleólogo: cf. DEOC, p. 445. Un breve perfil necrológico del Papa Juan Pablo II (al poco de morir en 2005) redactado por el Patriarca de Constantinopla Bartolomé I, aquí.
[9] También el ecumenismo se entiende como conversión; por ejemplo, la obra colectiva editada por P. Sgroi – R. Giraldo (a cura di), Ecumenismo come conversione. Omaggio a Tecle Vetrali. I.S.E. “S. Bernardino” (Quaderni di Studi Ecumenici), Venezia 2007.
[10] Cf. Hans Küng, Verdad conquistada. Memorias, Trotta, Madrid 2007 (4ª ed.), pp. 538-539.
[11] José Luis Martín Descalzo, Un periodista en el Concilio. Segunda Etapa (t. 2), Propaganda Popular Católica (colección "Cosas de Dios", 19), Madrid 1963 (3ª ed.), p. 211.
[12] Sobre el ecumenismo, las Iglesias ortodoxas y otras Iglesias orientales: cf. Diccionario de Eclesiología, pp. 381-384 (cf. ib., pp. 373-392). Ver DEOC, p. 141 (monasterio de Chevetogne), 163-164 (concilios ecuménicos); 165-167, 496-497 (Congregación vaticana para las Iglesias orientales, creada en 1917), 207-209 (diálogos entre ortodoxos y católicos), 216-217 (presencia de los dominicos en Bari), 223-225 (eclesiología), 226-229; 342-343 (revista Irenikon), 347-348 (revista Istina), 488-490 (término griego "oikonomia", para entender el origen etimológico, teológico, espiritual y pastoral del "ecumenismo"), 552-555 (asociación o movimiento Pro Oriente, impulsado por el cardenal Franz König, arzobispo de Viena y gran protagonista del Concilio Vaticano II).
[13] En la revista semanal madrileña Vida Nueva n. 2.896 (31 de mayo al 6 de junio de 2014), p. 14.
[14] Sobre Palestina, cf. DEOC, pp. 516-520; y sobre Jerusalén, ver ibíd., pp. 355-359.
[15] Acerca de Pablo vi, cf. DEOC, pp. 512-513; sobre Atenágoras, ver ibíd., pp. 90-92.
[16] La I Conferencia Panortodoxa fue en Rodas, 1961; luego, la II y la III se celebraron también en Rodas, coincidiendo curiosamente con los tiempos de preparación y de celebración del Concilio Vaticano II; véase Diccionario de Eclesiología, p. 382. Sobre los ortodoxos: ver DEOC, pp. 165, 327, 449 (cuestión del catecismo ortodoxo); 43-44, 249-250, 605-606, 631 (ortodoxos en América); 80-82, 98-99, 464-465 (Asiria, Iglesia Asiria); 92 (Monte Athos); 121-122, 454-456 (ortodoxos en Bulgaria); 138-139 (en la República Checa y en Eslovaquia); 141-142 (en Chipre); 182-183, 456-458 (ortodoxos coptos); 245-246 (ortodoxos en Eritrea); 264 (en Estonia); 265-266, 294-296, 301 (en Etiopía); 283-284 (en Finlandia); 302-305, 407-408, 409-411, 458 (en Georgia); 273-277, 308-310, 458-460 (en Grecia); 325-326 (en Hungría); 351-352 (en Japón); 418-419 (en Macedonia); 438-439 (Iglesia Melquita); 540-541 (ortodoxos en Polonia); 575-576 (en Rumanía); 285, 360-361, 378, 460-461, 463-464, 576-579, 607-608, 656-658 (en Rusia); 608-9 (en Serbia); 616-617 (en el Monte Sinaí); 502-507, 612-613, 620-623; 625-626; 631-632, 655-656 (teología ortodoxa); 378, 576, 677-680 (ortodoxos en Ucrania); 691-692 (cuestión del Viejo Calendario en el seno de la Ortodoxia); 321 (la corriente espiritual ortodoxa del hesicasmo); 92, 449-461 (monaquismo ortodoxo); 54-55, 204-207 (relaciones de los ortodoxos con los anglicanos); 207-209 (relaciones de los ortodoxos con los católicos); 209-210, 508-509 (relacines de los ortodoxos con los luteranos).
[17] J. L. Martín Descalzo, Un periodista en el Concilio. Tercera Etapa (t. 3), Propaganda Popular Católica (colección "Cosas de Dios", 26), Madrid 1965, p. 54.
[18] Yves Congar, Diario de un teólogo [1946-1956], ed. de É. Fouilloux, Trotta, Madrid 2004. Sobre Congar: Diccionario de Eclesiología, pp. 225-228; Juan Bosch (dir.), Dominicos que dejaron huella. A propósito de los 700 años de la Provincia Dominicana de Aragón, Edibesa, Madrid 2000; Id., A la escucha del cardenal Congar, Edibesa, Madrid 1994. Ver también La Vie Spirituelle 92 (2012), pp. 221-242. Finalmente, sobre el Concilio Vaticano II, ver DEOC, pp. 686-688.

Más información: aquí (fuente de la 2ª foto) y aquí (otro encuentro de Benedicto XVI y Bartolomé I).