La Virgen María (I): la Inmaculada Concepción
María de Nazaret,
la Virgen María, Santa María, la Madre de Dios, se la llame como se la llame
(son todas la misma, evidentemente), es una de las figuras principales del
Adviento. Lo es también el profeta Isaías, porque anuncia remotamente al
Salvador. Lo es también san Juan Bautista, porque anuncia cercanamente al
Salvador. Y lo es la Virgen María porque da a luz al mismísimo Salvador,
nuestro Señor Jesucristo.
a)
Dos advocaciones o dos momentos de la Virgen María
Las advocaciones de
Nuestra Señora son innumerables: se encuentran advocaciones marianas tanto en
pueblos como en ciudades; las hallamos referidas a regiones o a países enteros,
incluso para todo un continente; hay advocaciones marianas propias de congregaciones
religiosas o aplicadas a ciertos oficios como patrona de los mismos.
Por su parte, el
Adviento posee ciertas connotaciones marianas muy importantes a tener en cuenta
para el calendario litúrgico: por un lado encontramos la gran solemnidad de
Adviento que es la Inmaculada Concepción de María, de la cual vamos a hablar un
poco; y por otro lado hallamos a la Virgen María en el portal de Belén, en
postura única (arrodillada ante su hijo), cosa que no se registra en el resto
de fiestas del año litúrgico.
b)
El primer momento: la Inmaculada Concepción de María
Al concluir esta
primera semana de Adviento y comenzar la segunda semana de Adviento, nos
encontramos con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Es el día 8
de diciembre. En España es fiesta civil porque es la patrona del país. Y en el
ámbito litúrgico para la Iglesia católica de rito latino tiene la categoría de
solemnidad.
Así también las Iglesias orientales la celebran solemnemente, con
la connotación positiva de la belleza y de la limpieza (tota pulchra est Maria: “María es hermosa, toda ella”) y no tanto
en connotación negativa de sin-mancha, que eso significa inmaculada:
in-maculada, sin mácula, sin mancha.
Tenemos, pues, que Oriente la ve en
positivo; y Occidente la ve en negativo, aunque para llamar la atención de la
gran acción de Dios: no tiene mancha, no tiene pecado, porque Dios le concedió
este don sobrenatural. Para la Iglesia católica es dogma de fe, declarado
universalmente en 1854; y dio fe de ello todo lo acaecido en Lourdes
(apariciones de la Virgen, milagros, peregrinaciones…).
b.2. Porqué en
Adviento
Y ¿por qué es
figura de Adviento? ¿No sería más lógico haber colocado esta fiesta de la
Virgen en otro lugar más lejano de la Navidad, como a nueve meses vista? No lo
estimó así la Iglesia, porque seguramente habría pasado inadvertida esta fiesta
y no hubiera servido de fiesta vehicular para el Adviento, como sirve en la
actualidad; por el contrario, teniéndola en el tiempo de Adviento, sirve como
anuncio de la Navidad.
¿Y eso cómo es? Si
nos centramos en la “concepción”: María concibe a su Hijo por obra del Espíritu
Santo (la Anunciación ya la celebramos hace mucho tiempo; hoy celebramos su
concepción, que además es inmaculada). Por su parte, el creyente está llamado a
concebir en su seno a Cristo, como María la Virgen; la diferencia es que María
lo concibió sin pecado (porque recibió esa gracia especial de Dios) y nosotros
lo concebimos en medio de nuestros pecados, orgullos, envidias y egoísmos
malsanos. Pero el Espíritu obró en ella del mismo modo que puede obrar en
nosotros, si le dejamos, y dar a luz a nuestro Salvador. Que así sea.
Para saber más sobre la Inmaculada Concepción, ver aquí.
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