La lectura primera del Oficio de Lecturas de ayer (jueves de la XXVIII semana del Tiempo Ordinario -en el oficio coral católico-) traía un largo pasaje: todo el capítulo 8 del Libro del Profeta Zacarías o Profecía de Zacarías (que encontramos en el Antiguo Testamento, entre los llamados "Profetas Menores", libro que se halla entre el del Profeta Ageo y el del Profeta Malaquías -éste es el último libro de la Biblia hebrea; por tanto Zacarías es el penúltimo, tanto de la Biblia hebrea como del Antiguo Testamento para nosotros).
Para entender mejor quién es el autor y su época, qué dice en su profecía y porqué, copio dos párrafos de una introducción al Profeta Zacarías (que se hallará en la Biblia editada por la editorial San Pablo, a cargo del biblista Evaristo Martín Nieto y su equipo de colaboradores).
«Zacarías ("el Señor se acuerda") nació probablemente en el seno de una familia sacerdotal (cf. Zac 1,1; Neh 12,4.16), y ciertamente sus vaticinios tienen un marcado sello levítico. Comenzó su carrera profética unos dos meses después que Ageo (cf. Zac 1,1 y Ag 1,1.15), con el que coincidió un mes, durante el que se apoyaron mutuamente en la exhortación a reconstruir el templo. Él continuó su ministerio dos años más, entre el 520-518 a.C., durante el reinado de Darío de Persia, sucesor de Cambisés (Zac 1,1.7). Tiene, como Ageo, la preocupación por la restauración del templo; pero su preocupación principal fueron los valores morales, la pureza y santidad de vida (cf. Zac 7,5s.9s; 8,19). Se considera a sí mismo como continuador de los profetas anteriores (cf. Zac 1,4; 7,7.12).
Cronología del período del Profeta Zacarías (520-518 a.C.) |
»Los autores están de acuerdo en que la primera parte del libro es del profeta Zacarías (capítulos 1 al 8). (...). En la primera parte la preocupación está en la restauración del templo (...).
»El contexto histórico de la primera parte es el de Ageo, bajo el dominio persa y con no pocas dificultades para llevar a cabo la reconstrucción del templo. (...).
»La primera parte (caps. 1-8) contiene una introducción (1,1-6), ocho visiones con sentencias proféticas a modo de comentario, (...), y un apéndice mesiánico (7,1-8,23). En ella el profeta trata de llevar un mensaje de fe y esperanza a la comunidad ante las adversidades que sufre: Dios dará la salvación, pero exige previamente la conversión. El contenido fundamental es el anuncio de la era mesiánica, que vendrá con seguridad y pronto. Se caracterizará por la reconstrucción del templo y de Jerusalén (1,16; 8,3), la vuelta de todos los dispersados (2,8; 4,5; 6,15; 7,7s), la venida de Dios a la ciudad reconstruida (8,3), el aniquilamiento de las naciones opresoras de Judá (2,1-4), la conversión de las naciones (2,15; 8,20-23), la destrucción del pecado (3,9; 5) y el establecimiento de la paz (3,10; 8,12)».
«Pedid la paz para Jerusalén:
"Que vivan tranquilos tus amigos,
que reine la paz dentro de tus muros
y tranquilidad en tus palacios".
Por mis hermanos y compañeros,
diré: "La paz esté contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo la felicidad»
(Sal [122] 121, 6-9)
(Jerusalén, en hebreo Yerushaláyam, tiene dentro de sí la raíz de la palabra shalom, paz; por eso es llamada también Ciudad de paz o Ciudad de la Paz)
Profecía de Zacarías
Capítulo 8 (versículos 1-8)
Perspectivas de salud mesiánica
1 El Señor todopoderoso m dirigió esta palabra:
Esto dice el Señor todopoderoso:
2 «Estoy enamorado de Sión
con un amor lleno de celos,
y una gran cólera se enciende en mí a favor suyo».
3 Esto dice el Señor omnipotente:
«Vuelvo a Sión
y habitaré en Jerusalén.
Jerusalén será llamada
de nuevo ciudad fiel,
y la montaña del Señor omnipotente,
montaña santa».
4 Esto dice el Señor omnipotente:
«Ancianos y ancianas
se sentarán todavía
en las plazas de Jerusalén;
tendrán un bastón en su mano
a causa de sus muchos años,
5 y las calles de la ciudad
estarán llenas de niños y niñas
que jugarán en sus plazas».
6 Esto dice el Señor omnipotente:
«Si el resto de este pueblo juzga
que esto es imposible,
¿lo tendré yo que juzgar también
como imposible?»,
palabra del Señor omnipotente.
7 Esto dice el Señor omnipotente:
«Libraré a mi pueblo
del país de oriente
y del país de occidente;
8 yo los traeré
para que habiten en Jerusalén.
Ellos serán mi pueblo,
y yo seré su Dios
en la fidelidad y en la justicia».
¡Qué bellas imágenes utiliza el profeta Zacarías!:
1) los ancianos -que se sirven ya del bastón, por la muy larga edad y los achaques- que hablan tranquilamente en las puertas de las casas, en las plazas del pueblo, de la ciudad;
2) los niños que juegan en las plazas, en las calles de la ciudad y del pueblo...
Si los ancianos siguen viviendo es que ha habido un tiempo largo de paz, en el cual han perseverado pacíficamente las personas hasta llegar a su ancianidad, en paz, y pueden compartirlo con otros ancianos -llegar a la ancianidad no sería una excepción, sino la regla- y compartir tranquilamente el tiempo vivido, las vivencias de un tiempo pasado...
Si los niños juegan en la calle es que las calles y las plazas de la ciudad no están ocupadas por los ejércitos en guerra o por los bandidos o por los francotiradores... Si las calles están llenas de niños y de niñas, es que las calles están limpias de guerra, llenas de paz, y los niños las llenan de su alegría, de su jolgorio e inocencia, de su algarabía, que alegra la ciudad y da esperanza a los mayores: esos niños jugando muestran la paz de la ciudad...
«Los hijos son un regalo del Señor;
el fruto de las entrañas, una recompensa.
Como flechas en manos del guerrero,
así son los hijos de la juventud;
dichoso el que llenó de ellos su aljaba»
(Sal [127] 126, 3-5a)
Bibliografía recomendada:
Un sencillo folleto para leer y entender el libro del Profeta Zacarías, junto con otros profetas menores: Cuadernos bíblicos, nº 90 - Ediciones Verbo Divino, Estella (Navarra) |
Paz entre los pueblos,
ResponderEliminarpaz entre las naciones,
paz entre las ideologías,
paz entre las religiones,
paz en toda la tierra...
Paz.
(Reposo eterno a las víctimas mortales,
recuperación para las víctimas heridas,
consuelo a sus familiares y allegados,
justicia -que restaura el orden quebrantado-
y perdón del corazón -que vence al odio-,
misericordia para todos, hijos de Dios.
Oración por cada uno: víctimas y asesinos[1],
afectados e indiferentes, cercanos y lejanos,
para que cada uno halle el camino hacia Él...)
Amén.
[1] Así oraba el beato monseñor Óscar Romero en medio de las matanzas sufridas en su tiempo en El Salvador: pedía por cada uno en particular.