12.6.12

Conclusión de las preces de laudes (IV miércoles)


Conclusión de las preces de laudes (miércoles de la IV Semana)
Un detalle desapercibido para los que rezan la Liturgia de las Horas

El pasado miércoles 30 de mayo, miércoles de la IV semana (en la Liturgia de las Horas), ya de nuevo en el Tiempo Ordinario (que comenzamos hace ya dos lunes, si rezamos las preces del día (no de santos varones, conmemorando a san Fernando rey español), es decir, en p. 1.042 del III volumen de la Liturgia de las Horas (en la primera edición de junio de 1981 --que ya tiene hasta cinco ediciones, si no ando mal informado), vimos la siguiente oración conclusiva tras las preces:

«Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar: Padre nuestro».

Resulta que esta oracioncilla o mini-monición conclusiva de las preces... ¡es genial! ¿Por qué? Bueno, hay que puntualizar: ¡¡Es genial para hoy!! ¿Por qué? Pues porque la rezaremos siempre, cada vez que toque ser miércoles y caiga en la IV Semana del rezo común, pero... ¡¡hoy!!, precisamente hoy, cuando acabamos de celebrar Pentecostés el domingo pasado..., «que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar...», ... ¡¡esta precisión matemática de los liturgistas... es genial!! ¿Cómo es posible que a alguno de la Comisión Pontificia de Liturgia o, mejor dicho, del Consilium postconciliar encargado de llevar a cabo la renovación litúrgica, se le ocurriera colocar esta conclusión justo en este día...? Hay que darle un beso o un premio o las dos cosas... Esto nos hace recordar (no olvidar) lo que acabamos de vivir, ya que no tenemos un tiempo específico para celebrar Pentecostés (la octava de Pentecostés, o las "dominicas" postPentecostés, como existían en la liturgia antigua, de lo cual son buena muestra los sermonarios que guardamos bien manuscritos en el Archivo, o bien impresos en la Biblioteca...), sino que tenemos todo el Tiempo Ordinario para darnos cuenta de que vivimos "en" el Espíritu...

En fin, hay que romper una lanza a favor del que introdujo la posibilidad de que hoy, precisamente hoy, tuviéramos una conclusión de las preces como la que tenemos.
Y eso que puede pasar totalmente desapercibida (por ejemplo, si se celebra misa+laudes, en que las preces acaban con una conclusión más bien doxológica, sin dar paso a continuación al padrenuestro...). Aún, pues, con más razón, hay que alabar la humildad del liturgista que lo introdujo, a sabiendas de que quizá nadie se enterara...


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