12.6.12

Antífonas de laudes de la Visitación de María

El pasado 31 de mayo celebrábamos en la Iglesia católica (rito romano y, seguramente, en el resto de ritos latinos) la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Es fiesta fija asignada al día 31 de mayo, último día del mes de mayo, mes de María (las flores de mayo --María como la flor más hermosa de Dios--, las Cruces de Mayo --en recuerdo de la muerte y la resurrección de su Hijo Jesucristo, celebradas en la Semana Santa y la Pascua, que hace poquito que hemos terminado [el pasado domingo de Pentecostés, 27 de mayo]--). Y como fiesta litúrgica, tanto en el rezo de laudes como en el de vísperas de hoy, la Liturgia de las Horas ofrece unas antífonas propias (para los 3 salmos que se recitan tanto en laudes como los 3 de vísperas: por tanto, 3 antífonas en laudes y otras 3 en vísperas). Me quería fijar en las 3 antífonas de laudes que acabamos de decir esta mañana en la misa (pues incluímos las laudes dentro de la misa). Son las siguientes:

Antífona 1ª:
«María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá».

Antífona 2ª:
«En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre y se llenó Isabel del Espíritu Santo».

Antífona 3ª:
«Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

Interesantes todas ellas, porque están sacadas del evangelio de la fiesta (el evangelio de la Visitación de María, en el Evangelio según san Lucas). Pero también interesantes porque pueden tener una cierta relación con los 3 salmos (2 salmos y 1 cántico) que se recitan todos los días de fiesta --siempre los mismos--, y que, no obstante siendo los mismos resultan relacionados con las antífonas de hoy. De nuevo nos encontramos con una genial fórmula matemática inventada o descubierta por los liturgistas, de modo que sólo aquellos iniciados espiritual, bíblica y litúrgicamente puedan reconocerla y explicarla, si lo consideran oportuno en la homilía de hoy; o simplemente para tenerlo en cuenta de cara a la meditación mariana en el día de hoy, a lo largo de la jornada, etc. (En fin, para que cada uno se "lo apañe" como mejor le venga, pueda y le apetezca... y, sobre todo, le inspire el Espíritu, claro...).

Los 3 salmos (2 salmos y 1 cántico del Antiguo Testamento) que siempre se recitan en los días de fiesta y de solemnidad litúrgica son los correspondientes a laudes del Domingo de la 1ª Semana del Salterio (el Salterio tiene 4 semanas, como 4 semanas tiene el mes). Así, pues, el Domingo de la 1ª Semana tiene los siguientes 3 'salmos':

--1º: Salmo 62, 2-9, en donde se medita acerca del «alma sedienta de Dios»; su primera estrofa dice así:

«Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada sin agua».

María la Virgen madruga y se pone en camino hacia la montaña, para ir a ver a su prima Isabel, que sabe que estará pronto de parto; aunque ella misma, María, está embarazada; pero por lógica, como Isabel se ha quedado embarazada antes que ella, Isabel dará a luz al niño (Juanito, "Juan Bautizos") antes que María (quien tiene a Jesusito aún en su vientre y no lo dará a luz hasta "Navidad"...).

· La 2ª estrofa dice así:

«¡Cómo te contemplaba en tu santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios».

Es interesante que aparezca la mención de "la gracia", "la gracia de Dios" diríamos hoy nosotros; y es interesante porque María es «la llena de gracia», la persona que más llena del Espíritu Santo ha habido jamás... Y eso nos invita a hacer como ella: dejar que nuestra vida esté llena del Espíritu Santo y, además, plenificada por su acción. Sobre todo, porque «tu gracia vale más que la vida», ciertamente, porque «¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su vida?», así que centrémonos en el bien, que es lo que da sentido a nuestra vida, y empleémosla en hacer bien a los demás (recibiendo por ello mucho más de lo que damos, sin darnos cuenta), de modo que así "la ganemos", y, en consecuencia, será una vida llena de la gracia de Dios.

· La 3ª estrofa dice así:

«Toda mi vida te bendeciré
y alzaré mis manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos».

El evangelio de la Visitación incluye el himno del "Magníficat": llamado así por ser ésta la primera palabra del mismo himno dicho en latín: "Proclama mi alma la grandeza del Señor" = "Magníficat ánima méa Dóminum" --> de la expresión latina "magníficat" viene el verbo castellano de "magnificar", que sería "proclamar la grandeza de algo"; o, por ejemplo, el adjetivo "magno", que se aplica a los reyes ["magnicidio"=homicidio de un ser magno, de un rey o monarca, normalmente reinante] y también se aplica a aquellas personas que por su grandeza vienen a ser proclamadas por la gente como "magnas": "el beato Juan Pablo II el Magno", ya le han apodado... o "san Basilio Magno" o "san Gregorio Magno", etc. Y no significa que fueran papas 'gordotes', sino que lo gordo es que fueron tan grandes en su tiempo que no cupieron del todo en él, de modo que su acción atraviesa los siglos y llega a nuestros tiempos...

Pues bien, dado que el canto de alabanza a Dios por parte de la Virgen María (que eso es el Magníficat), vendría a ser exactamente eso que dice el salmo: «mis labios te alabarán jubilosos»; y si creemos que toda la vida de la Virgen fue un canto de alabanza a Dios por sus grandezas, por hacerla Madre de Dios y Virgen..., entonces tiene mucho sentido que hayamos dicho en esta 3ª estrofa del salmo: «toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote», porque queremos ser y hacer como la Virgen María: ser un canto de alabanza a Dios, «alabanza de su gloria», como dejó dicho la beata Isabel de la Trinidad (carmelita descalza francesa, muerta en 1906 --en 2006 celebramos en todo el mundo el I Centenario de su muerte...).

Conclusión: la antífona de hoy menciona cómo María se pone en camino y va hacia la montaña a ver a su prima Isabel; que es la disposición del salmista (el que compuso el salmo 62); del orante que, corriendo el tiempo, reza este mismo salmo; y del cristiano que, como nosotros en la liturgia de la Visitación de María, lo recitamos; y esta disposición es la que nos permite darnos cuenta de que todo viene de Dios y que sólo requiere un pequeño esfuerzo por nuestra parte (madrugar, ponernos en camino), para que el resto sea "alabanza de Dios", como lo fue el Magníficat de María.


--2º: Cántico de Daniel (cap. 3, versículos 57-88 y versículo 56), en donde se medita el tema siguiente: «Toda la creación alabe al Señor» (o, como se dice en el Apocalipsis: «Alabad al Señor, sus siervos todos» [Ap 19,5]).

El cántico es largo y no lo voy a transcribir aquí, puesto que es una alabanza de los tres jóvenes que estaban en la hoguera (dentro de un horno, siendo más explícitos), colocados ahí dentro como castigo por alabar a Dios y ser fieles judíos, y no rendir culto al rey extranjero que, en aquellos momentos, tenían los judíos. A los tres jóvenes no se les ocurre otra cosa, al entrar en el horno, que ponerse a alabar a Dios, alabándole y dándole gracias por toda la creación, por los animales, las plantas, las montañas, los mares, el viento, el fuego mismo, la tierra, el cielo, las nubes, el sol y la luna y todos los astros, alabándole por los mismos hombres y por los sacerdotes, etc., invitando a todos ellos a que alaben al Señor (imaginaos cada ser, cada elemento de la Creación, emitiendo un sonido de alabanza... los pájaros cantan porque alaban al Señor; el león ruge porque alaba al Señor; el sol calienta y con su calor alaba al Señor; la luna ilumina la noche y con su luz alaba al Señor; los montes, con su magnificencia, y los manantiales, con su dulce agua corriente y corriendo por sus lechos, alaban al Señor; los mares, con su bravura, alaban misteriosamente al Señor, así como los ganados, con su paciencia --de pacer, o pastar: comer el pasto--, también alaban al Señor... Toda la Creación, alabe al Señor; toda la Creación, de hecho, alaba al Señor.

Pues bien, ¿no es acaso esta misma disposición --la de los tres jóvenes que, ante el peligro de muerte segura, se ponen a alabar al Señor, poniéndose en sus manos con toda confianza-- la misma disposición de la Virgen María? Pues sí, exactamente la misma. Llena del Espíritu Santo, como dice la antífona 2ª, saluda a su prima Isabel y a ésta le da un bote el niño (Juanito, el Bautizos) que llevaba dentro, y por eso exclama esa frase que ha quedado en el avemaría: «Bendita tú entre las mujeres». Todo es una bendición. Y la bendición sólo es posible cuando se está lleno del Espíritu Santo. Como el joven Daniel que, aun siendo tan jovencito, fue reconocido como profeta de Israel y pudo frenar al pueblo justo en el mismo momento que iban a cometer un delito: matar a una chica inocente (apedreándola) por culpa del falso testimonio de dos viejos jueces, que eran viejos en años y en maldades, por lo que su mente les jugó la mala pasada de nublarles las vista de la justicia y desear conseguir a una joven muchacha casada (Susana, que es la chica inocente, que ninguna culpa tenía) para mancillarla... Ese episodio lo consigue transformar de delito en alabanza de Dios el mismo Danielito, "-ito" porque era muy jovencito, pero el Espíritu de Dios bajó sobre él y todo fue gracia de Dios y bendición del Altísimo... (en analogía como hizo con la Virgen María, aunque a ésta la llenó tanto, tanto, que no pudo dar a luz más que al Hijo de Dios...).


--3º: Salmo 149, en donde se contempla «la alegría de los santos» y se intenta hacer un acto de comunión con "todos los santos", que están alabando al Señor, en una eterna alegría y acción misericordiosa para con los hombres (que ésa es una de las grandes funciones que hacen en el cielo, con entrada gratuita y a todo color...). Dice la 1ª estrofa de este salmo lo siguiente:

«Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su rey».

Si recordamos la antífona 3ª del día de hoy, la Visitación de María (en la oración de laudes, la matutina), decía la antífona una frase de Isabel a su prima María: «Dichosa tú, María, que has creído». Dicha, alegría, contento, felicidad... Todo es uno. Eso no significa que esté exento el sacrificio y los sinsabores: ser madre soltera hace 2000 años no debía ser nada agradable, sin Seguridad Social, sin los sindicatos, sin el día internacional de la mujer, sin las feministas radicales y sus pancartas y manifestaciones por la justicia, sin las feministas moderadas y sus estudios y congresos reposados, sin las feministas conservadoras y su recuperación positiva de nociones tradicionales como la maternidad, sin el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia... ojo, que en el judaísmo siguen orando por separado varones y mujeres, y que le toque una mujer con la regla a un rabino está fatalmente visto, porque lo deja totalmente impuro..., cosa que ya no pasa en la Iglesia, (a) varones y mujeres rezan juntos (aunque no revueltos) porque tienen la misma dignidad, (b) todos se dan la paz y, en consecuencia, (c) se tocan, sin quedar por ello nadie impuro, (d) acceden a los ministerios no instituidos de la Iglesia, como son catequistas, monaguillas (también hacen de lectoras y de acólitas, aunque -creo- sin ministerio instituído), ministras extraordinarias de la eucaristía (éste sí que es un ministerio instituído), visitadoras de enfermos, facilitadoras sacramentales (para que otros reciban la unción de enfermos y se puedan confesar), visitadoras del Santísimo, lavanderas de los paños litúrgicos, limpiadoras de iglesias, capillas y ermitas, amas de llaves de estos lugares, sacristanas, consejeras de pastoral y económicas, consultoras pontificias y diocesanas, madres sinodales, representantes del Vaticano en la ONU, teólogas, profesoras de teología y de religión, madres cristianas, esposas cristianas, novias cristianas, solteras cristianas, hermanas de sacerdotes cuidadoras de los mismos,... [aquí no cito toda la vida consagrada femenina, que es inmensa y numerosísima, muchísimo más que la masculina...] ¿Qué sería de la Iglesia sin las mujeres? Pues que se vendría abajo, sencillamente. Y decíamos antes que la alegría, la dicha y la felicidad están, ¡¡y tanto que están!!, y que vienen siempre junto con sinsabores, dificultades, contradicciones, etc., efectivamente... ¿por qué? Pues, sin meternos en camisas de once varas, podemos decir que porque, con algo de sufrimiento, las cosas se valoran mucho más. Si nos regalaran todo, no le daríamos valor. Es raro esto, pero es así. (Lo expliqué en un dicho dominicano: "lo que nada cuesta, hagámosle fiesta"...). Pues eso. El "no sufrimiento", esperamos, lo tendremos en el cielo, que algunos interpretan como una vuelta al paraíso primigenio (el de Adán y Eva, en Edén, antes de ser echados a la vida mortal --de una vida inmortal-- y al trabajo con esfuerzo y cansancio --de un trabajo sin esfuerzo ni cansancio, como el de ornitólogo que hizo Adán [explicado abajo también]--). Así que, sin acabarlo de entender, porque la Cruz no se entiende (pero se asume en fe y esperanza y caridad) y, a pesar de todo (o precisamente por todo), dando graciar por ello..., por delante tenemos, como la Virgen María, una vida llena de cosas raras (contradictorias), pero asegurada la dicha, la alegría, la felicidad... ¡¡si nos dejamos llevar, como ella, por el Espíritu Santo!!

Fijáos cuánto da de sí 3 antifonitas de nada... en una fiesta que cae en día lectivo (que no es de precepto ir a misa y que, por tanto, puede pasar totalmente desapercibida). ¡¡Cuánta riqueza escondida tiene esta Madre Iglesia nuestra!! Así que no la critiquemos demasiado (pues es nuestra Madre querida, aunque viejita y de otra generación, etcétera, pero nuestra Madre al fin y al cabo) y gocemos con todos los tesoros que pone en nuestras manos, especialmente los "panes": el pan de la Palabra y el Pan de Cristo, Hijo de Dios, Hermano nuestro, el Amigo que nunca falla...



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