11.7.12

Lo que en realidad es la realidad (reflexión poética)


Llamo real
a lo que toco,
a lo que huelo,
a lo que oigo,
a lo que veo,
a lo que gusto
y no me entero
de lo que es
en realidad.

Si no lo tocara
diría que no es real.
Si acaso lo imaginara
o quizá lo hubiera soñado
mas no lo viera,
pensaría que no es real.
Y así mis sentidos
me confirman
lo que es real y lo irreal.
Pero yo
trasciendo la realidad.

Los sentidos coadyuvan
a entender la realidad,
cierto. De eso se trata:
de entender, sí.
Los sentidos acogen,
son los conserjes del entendimiento.
Éste hace entender,
consigue ir más allá,
taladra la realidad
para abordar lo que en
realidad es la realidad.

Aquello que llamamos realidad
es simple estación de la
verdadera realidad.
La realidad, realmente, es
lo que no se toca ni se ve
ni se gusta ni se oye
ni se huele.
Todas ellas son estaciones
de un mismo trayecto,
se dirigen a la meta:
entender la realidad.
Quien se sirve y usa de
ellas es el entendimiento.

Las cosas, las sensaciones
que ellas me producen;
las personas, las interacciones
con unas y con otras…
todo ello ayuda a
entender la realidad.

Además, el entendimiento
busca la colaboración de
las diversas capacidades
que halla en mí:
al pensar, al disponer,
al imaginar.
Así traspaso el
umbral de la realidad.
Porque las cosas no son
solamente cosas;
ni las personas sólo personas.

Ésas son “realidades” cotidianas;
unas existen, son reales, porque
expresan —por sí mismas y
en su mutua relación—,
realmente, la realidad.

Esta realidad —real, profunda,
íntima y última— es
la realidad que no vemos
ni oímos ni tocamos
ni olemos ni gustamos
y que, sin embargo,
es,
está,
existe…
es real.
Ésa es la realidad.
Ésta es.

Y, ¿qué es lo que es,
en realidad, la realidad?

En el campo del sentido
y del significado hallo
la respuesta.

La realidad es
realidad significada,
con un sentido concreto
(o varios que forman uno mayor).

Así logro trascender
las primeras realidades,
intentando barruntar las últimas,
llegar a ellas para que
me ofrezcan
la real realidad
la realidad trascendida
toda ella,
en sus múltiples ámbitos,
en toda su aventura…
Me aventuré a trascender la
realidad y
comencé a entender lo que
realmente es la realidad.


(Escrito en el tren de Castellón
a Madrid, el
24.07.2005.)

4 comentarios:

  1. Muy interesante y sobre todo el donaire para contarlo en una muy bonita prosa :)

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    1. Gracias, Óscar Iván, por tu comentario; me honras al pensar así :)

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  2. ¡Me encanta mucho esta poesía! trascendiendo la realidad...¡wow! Excelente aportación a la vida espiritual.

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    1. Es curioso, Stella, que la escribí siguiendo, digamos, el método escolástico: empezar por lo simple y seguir por lo complejo, del primer paso al segundo y sucesivos; ese método me llevó a algo que yo no sabía (tal vez intuía, pero no sabía); y ahora, releyéndolo, y haciendo la aplicación a la vida espiritual (como apuntas en tu comentario), me doy cuenta de que puede tener esa interpretación perfectamente, sí, aunque no estaba buscada; esto me reafirma en la íntima intuición (desde hace como dos décadas o algo más) de que siguiendo la lógica, no nos podemos equivocar: es decir, incluso lo que puede superar a toda lógica humana (la lógica divina), es razonable y sigue una lógica (una lógica propia, ciertamente, pero al fin y al cabo una lógica); por eso, la conclusión que saco (desde hace ese tiempo ya dicho) es la siguiente: todo pensamiento o modo de pensar o de argumentar o de enlazar frases..., si me lleva al absurdo, entonces no me sirve, no me puede servir; y "absurdo" puede significar "muerte", por ejemplo (es decir: un pensamiento que me aboque al sinsentido, a la muerte propia o de los demás, a la autodestrucción o a la heterodestrucción, entonces no puede ser un pensamiento verdadero, un pensamiento que sirva para el hombre, para mí, para nadie...); ésa es una clave interpretativa que manejo desde entonces y me va muy bien, la verdad; uso el tiempo no en leer a autores que llegan al absurdo o a la muerte o al sinsentido o a la autodestrucción, sino a autores que me entusiasman, que me dan vida, que me dan sentido o me ayudan a encontrarlo (y esto tanto en filosofía, en teología, como en novela, en teatro, en poesía, en ensayo genérico...). Buscar vida, tener vida, dar vida, compartir vida... Eso es la Navidad, por cierto: la Vida se hizo vida de los hombres, para darles vida y hacerles más hombres, más de Dios... ;)

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